El sentido común es un estado de conciencia especial




Una realidad delgada, el sentido común es una unidad de aprehensión de la realidad por parte de un grupo social. Es un consenso inestable sobre la realidad ontológica, ética y estética, que forma un discurso de valores dominante, un sucedáneo de la verdad, que aúna consenso y costumbre. Lo posee la mayoría de las personas, excepto los llamados locos, para operar de acuerdo a un marco simbólico que les permite interpretar la realidad de un modo parecido, asignando un sentido a sus actos dinámicamente con el medio. Distingue los objetos reales de los que no lo son, creando un sentimiento compartido de lo que es real, de lo bello y lo feo y de las normas de comportamiento. Lo único que importa es que la mayoría lo crea así. La moda es la verdad. 

El ingrediente estrella es la creencia en las opiniones de la mayoría. El conocimiento es la moda. Esto alejará a los heterodoxos y atraerá a los seres simples y sin personalidad, muy parecidos a los  agrupamientos en rebaño de borregos, caprinos o cabrones y boBinos (con B de bobo).

Nuestra vida cotidiana es un continuo acto de fe, actuamos en base a creencias, intuiciones, y decisiones, la mayoría inconscientes. La consciencia, función que parece dirigir toda nuestra vida, es un foco estrecho y lento que no puede funcionar sola. Si solo apelamos a la conciencia, dejamos atrás todo el mundo inconsciente, profundo y rico.

El sentido común no se discute en presencia de otros congéneres ante el riesgo evidente de ser tomado por raro, loco o extravagante.

Aun cuando alguien en filosofía quiera negar alguna de esas certezas o el conjunto de todas ellas, que es la postura del escéptico, del nihilista, se descubre en el lenguaje del que la habla la existencia previa de estas mismas certezas o creencias que dan soporte lógico de todo discurso.

En conclusión, seamos conscientes o no, seamos locos o cuerdos, todos somos borregos en mayor o menor medida y todos compartimos un mundo construido a base de creencias y prejuicios. 

El agnosticismo no es vivible

El agnosticismo es una postura que solo se puede mantener teóricamente, pues la vida es un continuo acto de fe. El escéptico es quien no se deja engañar por la verdad. Hay escépticos racionales pero no existe ninguno sentimental ni intuitivo. En la acción, normalmente, no hay escepticismo: quien camina confía ciegamente en que en el siguiente paso siga habiendo terreno firme.

La razón es un análisis y síntesis de lo que se cree. Un gran engaño teñido de una falsa lucidez. Aparentemente atenúa o anula los misterios para acabar desembocando en el puro misterio. Justifica, proporciona excusas pero no dirige. Es útil para responder a penúltimas preguntas. La razón flota en un mar de creencias. Terapéuticamente puede ser útil pues puede anular opiniones y creencias que hacen sufrir. No obstante, es incapaz de motivar y dar razones para vivir. Los fundamentos de la razón no son racionales.

¿Qué queda si quitamos las creencias -religiosas o no-, los prejuicios, las intuiciones, las apariencias? Posiblemente poco más que nada. Polvo, eso nos viene a decir el Eclesiastés.

El pragmatismo

Una cuestión muy interesante es el pragmatismo. Doctrina que popularizó William James y que defiende que solo es verdadero lo que es útil, lo que funciona. "Ninguna hipótesis es más verdadera que otra en el sentido de ser una copia más literal de la realidad, (...) no son más que formas de hablar, (...) comparables desde el punto de vista de su uso". Las ideas solo son verdaderas en la medida en que guían y animan la acción. Yo creo que son las creencias las que guían la acción, y con ello no quiero decir que sean verdaderas. Un espejismo, una alucinación serían consideradas verdades por esta curiosa doctrina, en la que está implícita mi teoría de "Mixticismo": dudo porque pienso y actúo porque creo. En realidad lo que hace el pragmatismo es hablar de verdades y no de Verdad, y tiene muy en consideración que la verdad también es algo emocional y no solo lógica. Nuestra confianza es una confianza basada también en la confianza de otros. Según James, "las ideas se hacen verdaderas en la medida en que nos ayudan a establecer una relación satisfactoria con otras partes de nuestra experiencia" (o nuestras otras ideas o creencias, añado yo). "Si las ideas teológicas demuestran tener un valor para la vida, para el pragmatismo serán consideradas verdaderas". Para esta doctrina, todo puede ser verdadero, todo puede ser útil desde el punto de vista práctico, ético o estético. Un placebo, por ejemplo, sería verdadero. Se trata de una teoría muy interesante con muchos matices muy evocadores y sutiles, por lo que si la simplificamos podemos caer en la tentación de caricaturizarla, cuando es absolutamente profunda: La Verdad no es la verdad.

Las fuentes

El conocimiento científico, o más bien, las opiniones y creencias de los científicos, están convirtiéndose en una fuente cada vez mayor de sentido común. La mayoría de la gente anota las “evidencias” científicas sin someterlas a crítica alguna, y se aceptan como verdades, al igual que antes se aceptaban las verdades religiosas reveladas a través de cada una de las escrituras sagradas.

Los científicos, muy especializados cada uno en su terreno concreto, han dejado de ser aquellos sabios de antaño, hombres humanistas del Renacimiento que sabían de todo. Ahora, son unos incultos que saben mucho de una parcela, pero desconocen lo general, el arte, los sistemas filosóficos: son gentes sin cultura. Como son muy hábiles en su especialización y consiguen utilidad práctica tienen un alto reconocimiento de la masa. Por eso la ciencia es ahora la fuente principal de verdades.

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