La emergencia climática


Existe el cambio climático, ¡cómo no! A pesar del sesgo evidente de las mediciones actuales y, por supuesto, de las pretéritas. Pensar que el clima permanece invariable es absurdo, al igual que pensar que existe una temperatura determinada óptima como si la tierra fuese un organismo de sangre caliente. El ser humano y los ecosistemas se han ido adaptando a las variaciones climáticas desde que existen.

Nadie sabe con certeza qué porcentaje de la variación climática es por culpa humana ni cuál será la previsión a largo plazo. Es un sistema determinista de altísima sensibilidad y complejidad, con comportamientos caóticos, pues ligeras diferencias en los datos, condiciones e hipótesis iniciales puede dar perspectivas muy diferentes, en función de las varaciones en el vapor de agua, nubes o corrientes oceánicas. 

Los modelos, que continuamente predicen catástrofes y culpan sin ningún género de duda a los gases de efecto invernadero, son simplificaciones manejables del caos inmanejable, no una descripción exhaustiva del mismo.

Lo que llamamos Ciencia es también una actividad social, no plenamente objetiva ni neutral. Buena parte de ella es una forma de vida, de conseguir poder, prestigio y estatus. Por tanto, en ella existe el nepotismo, el arribismo, la moda y la cancelación. El reconocimiento es grupal y el paradigma vigente es desde donde se decide quiénes son los exitosos y quiénes los marginales. Algunos científicos han denunciado que para que sus estudios puedan ser publicados en las revistas científicas de prestigio, han tenido que exagerar las consecuencias del cambio climático. Si no lo hacen, son silenciados. La propia racionalidad científica trata su propia narrativa discursiva de tal manera que terminan socavando su propia legitimación.

De momento, no se atisba ninguna emergencia climática [Lean "El frío mata más que el calor", de Velarde]Las políticas contra el cambio climático son absurdas y contraproducentes, algunas bienintencionadas y otras sectarias, como un mero intento postmarxista de acabar con el sistema capitalista liberal por vías ajenas a la lucha de clases.







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