Nietzsche

Como Nietzsche estaba obsesionado en sustituir a Jesucristo -una alegoría de la verdad- para ponerse él en su lugar con el pseudónimo zaratustriano, soltó aquello de la Muerte de Dios, que, precisamente, significa lo contrario de lo que muchos creen: significa exactamente que no hay nada más allá, nada más bueno, nada más bello ni verdadero que las respuestas que somos capaces de balbucear; hay verdades y nada es sagrado, como el ridículo superhombre con el colesterol alto.

Un tribunal imaginario, la supuesta mirada del otro, el superyo, la búsqueda de la aceptación o una sumisión a un orgullo desmedido puede paralizarnos. Algunas veces conviene.


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